http://img97.imageshack.us/img97/2752/cainyabel.png

Luego de 3 meses de aire cayó el telón final de Caín & Abel (Telefe, a las 22.30). La tira, cuyo término estaba previsto para el 31 de enero próximo, debió apurar su final en virtud de la decisión unilateral del canal de no continuar con su emisión en base a los, según sus criterios, escasos 10 puntos de rating que promedió.

Si el arranque argumental había sido denso, oscuro y enigmático, el final no pudo ser más negro y sangriento. Baste con decir que todos los varones de la familia Vedia (menos uno), terminaron muertos.

El padre, Eugenio (Luis Brandomujer, Valentina (Vanesa González), la misma por la que se habían peleado años atrás. Y el propio Simón, a quien Agustín hirió, fue asesinado en el hospital donde estaba internado, por Gregorio (Luis Machín), por una última orden de su jefe... Eugenio. Lo que se dice, una familia encantadora.

Sobrevivieron la madre, Consuelo (Virginia Lago), la típica señora bien que un día abrió los ojos y los denunció a todos, Santino (Juan Greppi), el más chico y el único bueno, y Beatriz (Mara Bestelli), la hija mujer y ex pareja de Alfredo (Federico D’Elía), un turro de aquellos que, por supuesto, trabajaba para Brandoni y que también terminó preso. Y violado, para más datos.

El anticipado final no produjo, narrativamente, un daño considerable. Mucho más daño a un relato, si se quiere, lo provocan los habituales estiramientos, tan arbitrarios como insostenibles. Después de todo, no hay historia, en condiciones dramáticas normales y lógicas, capaz de durar 150 capítulos.

De manera tal que, en términos argumentales, el final no fue menos caprichoso que si la cosa hubiera durado dos años. En todo caso, lo que sí se notó, fue una producción un poco corrida por los tiempos, por no decir aberretada.

Fundamentalmente en el desenlace entre los bíblicos Agustín y Simón, que estuvo muy por debajo de lo que se espera de un "combate final" con todas las letras.

La última escena, con Leonora (Julieta Cardinali) confesándole su amor a Agustín, frente a su tumba, y descubriendo a su lado las del Simón, Facundo y Eugenio fue casi un paso de comedia de humor negro. Casi tan inexplicable como el cierre, luego de un clip recopilando toda la historia y algo de backstage, con Furriel despidiéndose a cámara: "Nos vemos en la próxima". Hasta entonces.

Clarin